29 diciembre 2011

Didier Coste, Calaceite y los hipergéneros


TEXTURAS: NUEVAS DIMENSIONES DEL TEXTO Y LA IMAGEN, nº 2 (Vitoria, 1990-91)


Cuando hace veinte años Angela Serna fundó en Vitoria la revista Texturas con Antonio Altarrriba, con Jesúa Camarero, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Julián Ríos, Julia Otxoa, o Severo Sarduy en el Consejo de Redacción, poco imaginábamos los más jóvenes, que en sus páginas estarían J. G. Lapacherie, Michel Butor, Jan Baetens, Bartolomé Ferrando.

De aquellas charlas interminables en Calaceite arropados por la Fundación Noésis, y vigilados por Ráfols Casamada desde las paredes, acabaría de fraguarse en nuestra retina una correspondencia perdurable entre la poesía, el diseño gráfico o la imagen, que nos habita hasta hoy.

La literatura aleatoria del OULIPO que había inspirado nuestros primeros hipertextos, en los albores de lo que fueron los hipergéneros en España, con unos Mac sin disco duro interno que hoy son pieza de museo, nos animó desde aquella comarca de Matarraña, a ayudar con el archivo de George Perec, generar textos aleatorios, imaginar sonetos burlescos superponiendo acetatos al modo de Quenau, a hacer cómics de culto o a proyectar haikus en teleprints de carnicero. A cada cual, lo suyo.

Durante los 70 había sido lugar de encuentro de Donoso, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Carlos Saura o Luis Buñuel. Una segunda oleada de artistas traería cerca de la Cretas (ojo al plural) turolense en los 80 a Mauricio Wacquez, Jorge Edwards, Bryce Echenique, Juan Marsé, Juan Benet, o el diseñador Yves Zimmerman.

Para Didier Coste, nuestro agradecimiento por encontrar un punto de apoyo y mover el mundo.

FUNDACIÓN NOÉSIS (1982-1996)

El escritor y traductor belga Didier Coste, creó la Fundación Noésis para divulgar e impulsar las artes y artistas europeos, cumpliendo el encargo de su padre de gastar en ello el 60% de su legado. Hizo de Calaceite entre 1980 y 1993  residencia de artistas, y un importante centro cultural hasta su cierre en 1996, víctima de la incuria.

26 diciembre 2011

A pesar del kindle, margarita electrónica, los libros son tímidos.

No es que no me fascine el kindle. Me reconforta saber que puedo escapar, como la criatura de Mary Shelley, con 1400 libros en una alforda de 170 gramos. Que si fuera más anatómicamente amigable,
los podría salvar escamoteados, sin necesidad de emparedarlos en Barcarrota como Peñaranda.

Me fascina la vuelta a lo binario primigenio, que bien refleja el ver lo grande por lo chico, lo claro por lo oscuro, lo que Gracián llamó agudeza de la improporción.

Las letras que leo en él, las que ahora escribo, son series numéricas de unos y ceros, representaciones de un impulso eléctrico y su ausencia. En la pantalla, racimos de electrones, comandos seriados: sí/no sí/no, margarita electrónica.

Y sin embargo, a todos los amantes de los libros recomiendo, para volver a la infancia o iniciar a cualquiera en el ritual de leer|, Los libros son tímidos, de Giulia Alberico, en editorial Periférica. La hija de una maestra rural en la Italia de los años 50 y 60 desgrana sus lecturas favoritas.

¨Empecé a tener mi propia biblioteca; algunos libros los forraba para no desgastarlos. Nunca los he prestado, me gusta poseerlos. Los libros son tímidos, pensaba, quieren estar sólo con quien los ha elegido, no les gustan las manos extrañas.¨

A fin de cuentas, mis manos son tímidas, pienso, añoran el tacto y el olor del papel, no les gustan del todo los ramos de electrones.


20 diciembre 2011

PURGATORIO (2009)



Electrones, protones y amor.

Si nuestras manos se cruzaran, la tuya y la mía, las moléculas en la frontera de ambas no se cruzarán. las partículas subatómicas bailarán en el aire, chocarán unas con otras, pero sin mezclarse. Qué distinto sería si pudieran fundirse, aunque fuera un instante, para volver luego a la antimezcla inicial.

Sin embargo, todo es bruma, nubes de probabilidad. Las manos, electrones, no están en ninguna parte; si detectamos su posición no podemos medir su velocidad. Es como si la palma ajena. la que nos acaricia (un sistema cuántico con una complejísima ecuación asociada) no existiese hasta que la nuestra la detectara y recíprocamente se midieran.

¿Deja el amor de existir salvo cuando es medido? ¿Puede el amor estar a un tiempo vivo y muerto?¿Se puede amar lo que es y no es a un tiempo y no estar loco?

Del libro: El Jardín de Newton (Bruselas, 1991)

Leído una y otra vez en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid con motivo de su 125 Aniversario (2005), como parte de la acción de Concha Jerez Paisaje de palabras 5: jardín de voces oídas. Organizado por Nieves Correa e Hilario Álvarez.


18 diciembre 2011

ANUCA. Cerámica de autor.



Para Heráclito el Oscuro, el aire al enrarecerse se vuelve fuego; al condensarse, se convierte en viento. Por eso ayer, casi volamos. Porque todas las cosas pueden obtenerse mediante el fuego, que es el origen de todas las cosas y será su final.

Porque Ana, que puede leerse desde ambos lados, fuego y viento, luchó demasiado cerca de bracitos de  biscuit mate blanco que se agitaban de rabia intentando escapar de un broche.

Casi en el vacío dispuso signos de interrogación, trocitos de cuerpos estelares, de esferas imposibles, ramas de encina. Para el cuello, el vacío. Pende de un yugo, pero no es ceniza, sino caolín.

Nos recuerda a cada paso que el vacío es lo que nos permite beber de un vaso, apagar el fuego, ser.