02 enero 2012

GODZILLA:Del Estado cultural al Estado publicitario.

Tras décadas hablando de industrias culturales, patronazgo y gestión, sigue sin estar claro que el Estado tenga que gobernar la cultura, especialmente en un momento en el que se está cuestionando su propia noción institucional, heredada del siglo XVI: esto es, el Estado como actor social que trasciende a los individuos, portador de un proyecto moral, y librador de servicios.

Los fenómenos masivos de consumo cultural, una noción híbrida, entre la culture de la Antropología anglosajona y la Kultur alemana, hicieron que la creación agonizara. Le prolongaron la vida artificialmente en corros de bolsa, comisiones, y despachos. Las subvenciones sirvieron para estimular la oferta, cada vez mayor, pero no la demanda, cada vez más exigua. La cultura poco tenía que ver con la creación, el espíritu o el individuo, sino más bien con fenómenos masivos de consumo.

Cuando parece que nada alentara ya el aparato cultural del Estado, muta.

Sólo el punto de apoyo se ha desplazado. Los medios de comunicación de masas distribuyen ahora un tesoro mundial de indignación y compasión, despliegan una cortina de humo ante un espectador ahíto de emociones y afecto, hasta el punto de creerse asociado a una cruzada. Hay voluntarios donde antes hubo evangelizadores. Paradójicamente, no es sino una nueva forma de colonización.

Todo se proyecta en la gran pantalla del Estado. La caída del Muro y la ampliación europea no han visto el retorno a un fondo cultural común. Son visiones fugaces negadas en un flux de imágenes interactivas que nos invitan a jugar con ellas como nuevos guerreros Nintendo, espasmódicamente. Ni el viejo espíritu europeo, ni su memoria, ni su corazón se han forjado para ese régimen de ilusiones virtuales, salvo que, como en los juegos de guerra de moda en la China del XVIII, en el Afganistán del XXI, o la Palestina eterna, los tiros maten de verdad.

Podríamos establecer que al igual que el soporte impreso produjo el Estado instructor, el audiovisual produjo el Estado publicitario. Ciertamente el Estado siempre se ha hecho publicidad, pero por primera vez ésta no es una ilustración de su acción, sino la verdadera estructura de la acción misma. Lo cultural, lo humanitario, son los mejores medios de que dispone hoy el Estado para generar iconos y epopeyas, su marca, su imagen.


Extracto del art. de P. Álvaro: "GODZILLA: del Estado cultural al Estado publicitario" (2010)