17 marzo 2010

Crónicas de Humo: una coreología.

Registrar en papel los movimientos de la danza a modo de partitura para que perduren en el tiempo, no es fácil. La coreología es la notación del nodo de relaciones dinámicas complejas en el que el cuerpo acota el espacio, lo señala deícticamente, lo convierte en finito. No existe el espacio real, dice Laban, es el cuerpo el que al actuar sobre él lo personaliza, lo dota de sentido al ir dibujando una red de representaciones que simbolizan la fluctuación entre el ser y la nada, el cuerpo y el espíritu, el yo y el falso yo, el arte y su antítesis.
Así, Manglano en sus Crónicas registra las evoluciones de Alphonse Masqué, sus recorridos, la tipología de sus pasos: los pies desnudos de un esclavo (p.83). Sólo entonces el París de Baudelaire, de Vian, de Ramón, se personaliza.
Con un estilo propio, una prosa rítmica y un lenguaje primigenio, preciso, que expresa los matices del pensamiento ontológico, crea imágenes memorables como el cristal y la llama, o el perro devorando el pescado. De raiz junguiana, cercanas a lo onírico, están entroncadas con los ismos, las greguerías o el análisis. Y sin embargo, el París frío, hostil, en putrefacción, cristalizado, acaba cristalizando a Guy Etienne. La dislocación, la contaminación, se traducen en poderosas metonimias y sinestesias. Como en Finnegans Wake, los personajes intercambian identidades, discursos, gestos, ocultos tras nombres arquetípicos como Gibier o Le Courbe, danzando en un baile de máscaras cercano a las danzas de la muerte.
Evocando al Quijote, la autoría se diluye en un juego especular, se intercalan subtramas, los géneros se mezclan.Los muertos hablan. Rulfo, Unamuno, Sábato, Torrente, Bekett, Coetzee, Bernhard se cuelan en la urdimbre: bien armada, aunque de transición suave .Negredo. Albedo. Rubedo. Citrinitas. Negro. Blanco. Rojo. Amarillo. Transmutación alquímica.
Volvamos a la notación Laban. Hay tres líneas paralelas que se leen de abajo a arriba y de izquierda a derecha. Articuladas sobre un eje vertical; su continuidad representa la dimensión temporal del movimiento. En la notación Manglano, que también habrá de leerse de abajo a arriba, como las vidrieras góticas, hay que aguzar la vista, cándido lector, para hallar la verdad que yace al fondo.
Por cierto, ¿Quién es Alphonse Masqué?



No hay comentarios:

Publicar un comentario